La percepción auditiva se define como la llegada directa o indirecta del sonido al oído. En la percepción auditiva intervienen consideraciones acústicas y psicológicas.
El sonido tiene muchas definiciones, pero para el niño el sonido es aquello que forma o da forma, es decir, la materia prima, la sustancia básica que da forma, configura y conforma la expresión musical. El sonido cobra sentido desde el silencio, y el silencio se justifica con la ausencia de sonido.
El ruido son aquellos sonidos que no son deseados y carecen, evidentemente, de tono y timbre. Existen tres tipos de ruidos, característicos por su formación y utilidad:
- Ruido blanco: ruido generado por fuentes aleatorias.
- Estampido: impulso oscilatorio breve y no periódico.
- Sonoridades sucias: sonidos desagradables que producen un efecto de sonido ruidoso.
También podemos encontrar dos tipos de silencios:
- Silencio absoluto (objetivo): no es experimentable por el ser humano.
- Silencio relativo (subjetivo): define un nivel de intensidad sonora que es considerado como silencioso para el oyente.
Por otro lado, se encuentran los parámetros sonoros que son aquellos factores que integran y producen el fenómeno sonoro. Al igual que en el silencio, encontramos dos tipos:
- Subjetivos. Definen las sensaciones de la escucha.
- Objetivos. Se miden físicamente.
Existe una relación entre los parámetros subjetivos y objetivos, dando lugar a los componentes musicales:
- Armonía: combinación simultánea de varios sonidos de diversa altura (agudo o grave)
- Melodía: combinación sucesiva de los sonidos atendiendo a su altura y en función de las escalas.
- Timbre: distribución característica de los armónicos de un sonido que dan lugar a la variedad de registros instrumentales.
- Ritmo: combinación de duraciones, pulsos e intensidades de los sonidos.
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